miércoles, 17 de septiembre de 2008

Cuando el planeta se nos caiga encima...

... pues será demasiado tarde, ¿qué más puedo decir?

La verdad es que cuando el planeta se nos caiga encima va a ser tarde para arrepentirnos de haber dejado la llave del baño abierta, haber botado el papel en la calle y habernos burlado de aquel que reciclaba vidrio.
Cuando el planeta se nos caiga encima se acaba el tiempo aristotélico, platónico, kantiano y divino. Ya no habrá oportunidad de cerrar aquella industria que abrió el hueco, recoger el monton de basura en la playa o meterle cuatro coñazos a los desgraciados que lo ensucian todo. Es que eso es lo que hay que hacer... ¿por qué me levanté hoy tan "green"? A ver...
Érase una vez, no, érase todos los días de este mundo muribundo...

El cuento plano: Estaba comprando hoy una agua en el farmatodo que queda por la casa, antes compraba casi siempre un red bull pero me estoy regenerando. Cuando voy por la entrada veo a un señor con una pistola, o no sé como se llama, con agua y aire comprimido, limpiando la entrada y el estacionamiento del local. Al principio, pienso que hay que limpiar ni modo. Pero cuando me acerco veo que la manguera que suministra el agua a la pistola (me quedo con este nombre por el gatillo que tiene el aparato en el mango) tenía una conexión deteriorada por la que se escapaba un buen porcentaje del agua. Indignada entro al local, compro lo que iba a comprar y cuando salgo está el asistonto del tipo de la pistola lavándose las manos en el chorro de la conexión dañada. Me digo a mí misma: Calma, no vale la pena. Pero se me atraviesa el apellido y me volteo y le digo: Oye que desperdicio toda esa agua que se está botando allí. El tipo, por supuesto, me mira con cara como si le estuviera explicando la fisión nuclear. Insisto: Mira pero ni siquiera pueden comprar una manguera o la pieza nueva, tienen que botar el agua así, cuando se nos caiga el planeta encima vamos a ver si quedas con esa sonrisa tonta. Otra vez la cara de ignorancia, gorilas en la niebla 3, acompañada esta vez de una sonrisa como diciendo: esta jeva debe tener la regla. No, no tengo la regla, tengo es una arrechera gigante por esta gente que no cuida, que bota, que ensucia y que, lo peor de todo, no le da ni un ápice de importancia cuando lo hace. Estoy harta de que nos limpiemos en Mc Donalds (y me incluyo en esta) con mil servilletas, que imprimamos veinte veces un informe en la oficina por fastidio de leerlo en la pantalla. Estoy harta de tanta ignorancia junta. Estoy harta de las caras de simio que ponen cuando uno les dice algo. Claro uno queda como el loco del muelle de San Blás esperando la mínima reacción. ¿Qué les importa a ellos comprar una pieza para no desperdiciar el agua? ¿Qué le importa al gerente de la tienda si eso no lo justifica en la facturación y además ese negocio no es de él? No nos importa nada, somos unas malditas islas. Quizás si Venezuela entra en una guerra dormiran unos al lado de otros al lado de cadáveres sin importar nada, mientras no se metan con ellos. Sí, aunque sea una mentira gigante a veces el simio mayor (Presidente Hugo Chavez Frías) tiene toda la razón aquí no hay solidaridad. Claro esto para él es sólo una manipulación, pero aceptemos las cosas como son tiene razón. Y está bien, pero imbéciles (para decir algo light) cuando el mundo se nos caiga encima ya no habrá tiempo de cambiar ni de nada...

1 comentario:

Cedric dijo...

Muy lindo texto, comenzaré a leer tu blog a menudo.